dc.description.abstract | En el sector agropecuario entre los principios que deben ponerse en práctica
para garantizar la conservación del suelo, y emplear los servicios
ecosistémicos que contribuyan también con el medioambiente, se encuentran:
tener en cuenta el contexto al aplicar una tecnología, lo que significa,
considerar las potencialidades edafoclimáticas de cada sistema, emplear el
laboreo mínimo para la siembra, elegir especies de plantas que se adapten a
cada condición, mantener la cobertura, utilizar leguminosas herbáceas y
arbóreas permanentes y adecuado manejo animal en el pastoreo.
El reciclaje de los nutrientes y del carbono optimizado como bioabonos a partir
del biochar, el polvo de rocas y los microrganismos autóctonos benéficos,
constituye una práctica indisolublemente ligada a la agroecología. No hay que
olvidar, que la revolución verde y la llamada agricultura industrial; cuyo daño a
los suelos, al medio ambiente y a la salud de las personas están
suficientemente documentado, en la actualidad, propone las mismas soluciones
que condujeron a esos problemas.
En Cuba existen dos factores muy importantes para apoyar las prácticas de los
bioabonos: la cultura adquirida y la falta de insumos agrícolas, que incluyen los
fertilizantes y otros productos, causadas por el bloqueo durante décadas. El
movimiento agroecológico de campesino a campesino liderado por la
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños desde los años 90 hasta finales
de la década del 2000, ayudó en gran medida a introducir técnicas y
concepciones agroecológicas (Bu Wond et al., 2019). Los sistemas
silvopastoriles (arboles- pasturas en asociación,) los postes vivos, y las plantas
proteicas basadas en forrajeras arbóreas para corte y acarreo, y el enfoque
sistémico (suelo-planta-animal) han sido muy promovidas en el sector
agropecuario; y todo ello, ha potenciado el estudio (a través de la investigación
y la innovación) y uso de los bioabonos. | es |